La música es un vehículo idóneo para lanzar mensajes. Unas veces se aprovecha para poner a la venta trabajos cuya recaudación se destina a una buena causa, otras se reclaman en su nombre instrumentos que alguien no utiliza pero que resultan muy útiles para los jóvenes aprendices y, cada vez más, une a personas de diversas culturas por un mismo fin: impulsar la tolerancia y el respeto.
No necesita letra para hacerse entender. El lenguaje universal de la música es comprensible para todas las personas y responde a numerosos fines. En ocasiones, las notas se entrelazan para crear partituras de solidaridad, retazos de culturas que se mezclan en un ejemplo de tolerancia. Con ellas se consigue que las interpretaciones no entiendan de discriminación por motivo de raza o etnia. Tampoco los músicos. Personas de diferente origen, pero interés común, dan forma a proyectos de integración
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